Las claves de la economía circular en la nueva Ley de Turismo de Baleares

Actualmente estamos viviendo una crisis global medioambiental, social y económica. Cuando parecía que estábamos saliendo de la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia, estalla una guerra en Ucrania.

Las prioridades mundiales, antes centradas en la acción climática y en el acuerdo global para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se desplazaron a la lucha contra el coronavirus. Ahora que se había retomado la misión de hacer frente al cambio climático a través de la regulación, los planes de acción y la financiación Next Generation para la recuperación y la resiliencia, explota la guerra en Ucrania y paraliza de nuevo todo el proceso. En definitiva, ambos acontecimientos han relegado a un segundo plano las políticas climáticas y la transición ecológica.

Actualmente la temperatura de la Tierra está 1,1ºC por encima de los niveles preindustriales, y para detener el cambio climático no podemos sobrepasar los 1,5°C respecto a los niveles preindustriales. La única forma de conseguirlo pasa por reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, ahora y en las próximas décadas, para evitar catástrofes naturales.

Las Islas Baleares, al igual que el resto de las islas, son especialmente vulnerables al cambio climático, de manera que se espera que el aumento de la temperatura media en el archipiélago sea superior a la media mundial, según la Agencia Española de Meteorología. El aumento de la temperatura y del nivel del mar, la reducción de las precipitaciones medias y el aumento de la evapotranspiración han traído consigo fenómenos extremos como olas de calor y lluvias intensas. Por todo ello, se afirma que las Islas Baleares están expuestas a un alto riesgo de sequía meteorológica e hidrológica.

El aumento de las temperaturas también afectará en gran medida a la posidonia oceánica, una planta que contribuye a mantener la calidad y la transparencia de las aguas de la costa balear, además de evitar la erosión de las playas y dar cobijo a muchos peces que son clave para la pesca recreativa. Todo ello afectará negativamente, sin duda, al atractivo turístico de las Islas, por lo que representa un grave riesgo para nuestra economía.

El 11 de febrero se publicó en el BOIB el Decreto Ley 3/2022, actualmente pendiente de ser convalidado por el Parlamento. En su texto desarrolla una serie de modificaciones de la Ley 8/2012 de Turismo de las Islas Baleares y de otras leyes vigentes, al objeto de introducir en el ámbito del turismo el concepto de economía circular.

El Decreto Ley 3/2022 define economía circular como “un modelo de producción y consumo, basado principalmente en la optimización de los procesos y el rediseño de los productos y servicios, que pretende, a través de ciclos biológicos y/o técnicos, mantener el valor funcional de los productos y materiales durante un periodo máximo de tiempo, con un claro objetivo de minimizar tanto la presión sobre los recursos como la generación de residuos”. Además, impone a los establecimientos de alojamiento turístico un Plan de Circularidad.

"Reparar, reutilizar, reciclar" son los principios básicos de la economía circular. En definitiva, se trata de un sistema regenerativo en el que se minimiza el consumo de recursos y energía.

Entre las medidas ambientales y de eficiencia en materia de circularidad, los establecimientos deberán tomar medidas diferentes para cada una de las cinco áreas prioritarias (energía, agua, residuos, materiales y alimentos). Así, en el ámbito de la energía, los establecimientos turísticos que determine la norma deberán eliminar las instalaciones térmicas que funcionen con fuel o gasoil y sustituirlas por otras que utilicen fuentes de energía que reduzcan el impacto ambiental. Asimismo, las empresas turísticas deberán ajustar las temperaturas y el uso de las instalaciones térmicas a lo previsto en el Real Decreto de instalaciones térmicas en los edificios.

En relación con el ámbito prioritario del agua, los establecimientos turísticos en cuestión deberán disponer de un doble pulsador o pulsador con interrupción de descarga en las cisternas de los inodoros. Asimismo, deberán disponer de dispositivos de ahorro de agua en los grifos de lavabos, bañeras y duchas, como difusores y aireadores.

Por lo que respecta al área prioritaria de materiales y residuos, los establecimientos turísticos no podrán poner a disposición de los clientes artículos de aseo desechables, salvo petición individual del cliente y siempre y cuando los envases, embalajes, componentes y/o productos sean reutilizables, reciclables, biodegradables o compostables.

En el área de prioridad alimentaria, se prevé que los establecimientos turísticos, en función de su actividad, no podrán hacer uso para el consumo alimentario de especies clasificadas en las categorías de en peligro crítico, en peligro de extinción o vulnerables de acuerdo con la lista roja, vigente en cada momento, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Además, deberán indicar de forma diferenciada en el menú, carta o similar, tanto los mariscos como los productos pesqueros que tengan origen balear, así como los productos de baleares certificados con denominación de origen.

Al tratarse de algo novedoso en el sector turístico, antes de elaborar el primer plan de circularidad concreto para cada establecimiento, se deberá realizar una evaluación inicial de circularidad, a través de un cuestionario.

Una vez se haya hecho la evaluación inicial se procederá a establecer la estrategia de circularidad. Ésta consiste en el procedimiento que debe llevar a cabo una empresa para establecer la motivación, la visión y los objetivos en materia de circularidad.

Después de haber establecido la estrategia, se hará el Plan de Circularidad, que se compone de la planificación y la evaluación circulares.

La planificación circular es la relación y acumulación de tareas y acciones, recursos, inversiones, protocolos y cualquier otro medio humano, material y económico necesario para garantizar la ejecución de las líneas de actuación incluidas en el plan de circularidad. El plan deberá centrarse en las cinco áreas prioritarias.

Cada plan tendrá una validez máxima de cinco años, por lo que deberá ser renovado periódicamente y evaluado anualmente. La norma establece que el Plan de Circularidad, así como su modificación, revisión y/o renovación, "deberá reflejarse en un documento en formato físico o electrónico que deberá estar a disposición de los inspectores de la administración turística y de los representantes legales de los trabajadores".

Los alojamientos turísticos con categorías mínimas de cuatro estrellas o cuatro llaves tienen que elaborar el primer Plan de Circularidad antes del 1 de mayo de 2023, y el resto de los alojamientos antes del 1 de enero de 2024. No tener un plan de circularidad en marcha supondrá una sanción de 100.000 euros.

María D. Amengual Serra
Consultora de Circularidad y Medioambiente de Illeslex Abogados

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