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Ahora me piden que tome decisiones; ¿Y si me equivoco? Principios o reglas en la toma de decisiones

Ahora me piden que tome decisiones y como están las cosas; ¿Y si me equivoco? Esta fue la frase de un directivo de una empresa multinacional que contactó con nosotros la semana pasada en una situación empresarial compleja, y que debía dar respuesta en un margen de varias horas.

 

En situaciones tan complejas como las actuales, y además rodeadas de circunstancias personales de infortunio y de dolor, tomar decisiones no solo tiene implicaciones en el plano empresarial, sino que las mismas tienen impacto en múltiples esferas de la vida; las personas a tu cargo, tus compañeros, tus proveedores, y así un largo de compendio de situaciones que provocan una ansiedad extra: ¿Me equivocaré? ¿Es una decisión precipitada?,¿Debería contrastar con más información?

 

Como explica Miguel Ángel Ariño -profesor del IESE-; la gran cuestión que siempre se plantea en la toma de decisiones es, en cierto modo, muy parecido a un símil que siempre viene bien recordar: “A andar se aprende andando, pero a decidir no se aprende decidiendo”. Lo que nos ayuda a mejorar nuestra toma de decisiones es contar con una serie de principios o reglas que nos ayuden a tener x lo menos un criterio de actuación, que no supone tampoco una formula infalible del acierto, pero que al menos nos ayuda a guiar nuestra manera de decidir.

Cuando nos llevamos nuestra manera de tomar decisiones al ámbito empresarial, nos encontramos con una serie de factores que nos condicionan, y que como apuntan los hermanos Chip y Dan Heath, investigadores de las universidades Stanford y Duke; podemos denominar como los 4 villanos en la toma de decisiones, y que resumimos aquí:

1.- Visión estrecha: tendencia a definir nuestras opciones de forma reducida a términos binarios, como por ejemplo; ¿Debo hacer una reestructuración de la empresa o no debo hacerla? en lugar de ¿cuáles pueden ser las alternativas para mejorar la viabilidad de la empresa?

 

2.- Sesgo de confirmación: solemos abrazar rápidamente una creencia y luego buscamos información que nos reafirme en ella. Diversas investigaciones han demostrado que cuando las personas tenemos la oportunidad de recoger información sobre un tema solemos seleccionar aquella que confirma nuestras actitudes, creencias y acciones preexistentes.

 

3.- Emoción a corto plazo: cuando tenemos que tomar una decisión difícil nuestros sentimientos se agitan, damos vueltas en nuestra cabeza a los mismos argumentos, nos angustiamos por nuestras circunstancias, cambiamos de idea constantemente.

 

4.- Confianza desmedida por la que las personas creemos que sabemos más de lo que realmente sabemos de cómo va a evolucionar el futuro. Tenemos con frecuencia demasiada confianza en nuestras predicciones y utilizamos la información que tenemos más a mano para sacar conclusiones.

 

 

Entonces, la pregunta es: ¿Cómo podemos desactivar estos sesgos? La respuesta es que no podemos eliminarlos, pero sí contrarrestarlos, haciendo uso de una serie de principios o reglas de actuación:

 

  1. Ante la visión estrecha deja de utilizar el “o” – pensamiento binario- y mejor utiliza la “y” es decir, no excluyas, incluye opciones por muy descabelladas que te parezcan, así aumentarás tus opciones. Esta forma de actuar está relacionada con lo que Roger Martin definió como pensamiento integrador. Se trata de la característica de aquellos líderes para unir dos ideas diametralmente opuestas en sus cabezas para después, sin temer o decidirse por una de las dos, producir una síntesis superior a cualquiera de aquellas dos ideas irreconciliables.
     
  2. Ante el sesgo de confirmación, busca información contraria a tus creencias, opiniones o acciones preexistentes, es decir, contrasta tus suposiciones. No es fácil realizar esta acción, implica salir de ti para poder optar por una visión externa de la situación, se requiere mucho autoconocimiento y entrenamiento. Un ejemplo de esta práctica es la adoptada por Alfred P. Sloan, el legendario CEO de General Motors, el cual aplazaba una reunión cuando, para tomar una decisión, había un consenso pleno. Su tarea consistía en buscar discrepancias para ampliar la perspectiva del problema y eso contribuía a un mejor proceso de toma de decisiones, el cual se constituye en una de las competencias decisivas como directivo.
     
  3. Ante la emoción al corto plazo, busca tomar distancia de la emoción antes de decidir, deja pasar muchos días, al menos una semana. Busca personas neutras o los factores que a largo plazo sean importantes para ti e intenta visualizarlos a largo plazo. Se requiere también alto nivel de autocontrol emocional. Recuerda lo que la teoría formal en la psicología recomienda: cuanta más distancia adoptamos mejor vemos las más importantes dimensiones del problema con el que nos enfrentamos.
     
  4. Ante la confianza desmedida, busca prepararte para el error, y eso significa ser consciente que es muy probable que te equivoques. Adicionalmente, contempla los diversos escenarios que se den como consecuencia del error e intenta ver cómo actuar en esos planos. Es algo así como, ¿si elijo a qué se puede desencadenar? Se desencadena c, d, e y sobre esas premisas, intenta ejercer control.

 

Como podrás ver estos principios no son guían infalibles en la toma de decisiones; pero nuestra experiencia nos dice que en ningún caso existen fórmulas perfectas en la toma de decisiones. Lo único sobre lo que podemos actuar es sobre el proceso, ya que no podemos juzgar la calidad de una decisión por el resultado. Si seguimos los principios acabarán llegando los resultados.

 

 

José Antonio Caldés
ILLESLEX

 

 

Para obtener información adicional sobre el contenido de este documento puede dirigirse a ILLESLEX  en info@illeslex.com

 

 

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