El urbanismo, una historia de fracaso

Hace años, cuando estudiaba esta especialidad, tuve un catedrático, D. Pablo Arias, que nos advertía de que "el Urbanismo con mayúsculas solo podía llevarse a cabo en países totalitarios". La verdad es que este axioma tiene una parte cierta.

Las grandes operaciones urbanísticas que conforman las ciudades responden a unas directrices, acertadas o no, ya lo veremos, que deben llevarse a cabo mediante la intervención de los poderes públicos.

Los grandes diseños urbanos, que definen el carácter de ciudades como París, con la ejecución de los Bulevares, se materializan gracias a la ejecutoria no solo de un diseñador, el Barón Haussmann, sino a la intervención poderosa de Napoleón III y su Segundo Imperio en Francia; o la operación que crea en Madrid el Paseo del Prado, gestionada por el conde de Aranda, con el apoyo potente del Rey Carlos III.

El urbanismo moderno está conformado por un conjunto de intenciones reguladoras que quedan reflejadas en una legislación aparentemente aprobada por la población que la va a sufrir.

En España las sucesivas leyes, desde la primera de 1956 y la de 1975/76 (para mí el mejor texto hasta el día de hoy) en tiempos de dictadura, hasta las sucesivas de 1990/92, y las autonómicas al recibir su competencia en esta materia, abarcan fundamentalmente tres áreas de actuación:

1ª.- El Planeamiento, que es el diseño de lo que se quiere hacer

2ª.- La Gestión, que es como se tiene que hacer

3ª.- La Disciplina, que es la forma de obligar al administrado a cumplir con los deberes impuestos a través de los textos aprobados

En el caso de Baleares nuestra singularidad insular se nota no solamente en la sobrasada, sino que hace que seamos la última Comunidad Autónoma de España en generar una ley autonómica del suelo.

En el caso de Mallorca no es hasta el año 2004 cuando se publica el Plan Territorial Insular, con modificaciones en 2010, 2011 y 2017, actualmente en revisión.

Este plan de 2004 obligaba a cada uno de los 53 municipios de la isla a adaptar su planeamiento a las directrices del plan insular, en un plazo máximo de dos años.

Han pasado diecisiete años y solamente siete municipios se han adaptado y aquí no pasa nada. Es decir, el incumplimiento por parte de la Administración ha sido escandaloso y no afloran responsables.

Esta anécdota me sirve para resaltar que de las tres aéreas que he citado anteriormente que abarcan la función del urbanismo (Planeamiento, Gestión y Disciplina), la Gestión resulta fundamental para lograr los objetivos.

La Gestión hay que dividirla en dos ámbitos: pública y privada.
Vamos a ocuparnos un poco de la pública.

Otro ejemplo curioso e ilustrativo de la Gestión Pública del urbanismo de la ciudad de Palma es la denominada "Falca verde". Este espacio ajardinado fue concebido y planeado en el Plan Calvet, del que hablaré en otra ocasión, del año 1901, y no es hasta el 1 de septiembre de 2021 cuando se aprueba el proyecto ejecutivo de la misma, después de un concurso convocado en 2002.

Es patente el fracaso y la incompetencia de la Administración en sus obligaciones como gestor público de urbanismo, lo que conduce la frustración de los planeadores y los administrados.

El diálogo deseable entre la Administración y el ciudadano es cada vez más desigual y la colaboración público - privada hace tiempo que se ha roto y no lleva rumbo de componerse.

Los políticos legisladores promueven textos que los hacen cada vez más "invulnerables" para ellos mismos y al tiempo más difíciles de cumplir por los administrados, llevando al fracaso todo el contenido de una materia fundamental para la convivencia civilizada como es el urbanismo.

Juan González de Chaves
Arquitecto